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28 de noviembre de 2025

Martha Fonseca declarada Ciudadana Histórica de la Educación

En la última sesión Ordinaria del año el Honorable Concejo Deliberante le hizo este reconocimiento a la docente que dedicó más sesenta años de su vida a enseñar. El proyecto de Declaración fue presentado por el Concejal Ramón López y aprobada por unanimidad.

El 26 de noviembre pasado, el Concejo Deliberante aprobó por unanimidad un proyecto que la declara Ciudadana Histórica de la Educación de Puerto Libertad. La iniciativa, impulsada por el concejal Ramón López y acompañada por los ediles Marcelo Aquino, María Elsa Urbina y Maximiliano Morínigo, no hizo más que poner en palabras oficiales lo que cientos de liberteños expresan con gratitud desde hace años.

Porque hablar de Martha Fonseca es hablar de una vida entera consagrada a la docencia. Nacida en 1942 en la localidad de Bonpland, hija del recordado maestro y escritor Enrique González Villamea y de doña María Elena Fonseca, llegó a Puerto Bemberg —hoy Puerto Libertad— con apenas dos años. Allí aprendió a leer, a preguntar, a enamorarse del aula: primero como alumna de la Escuela N.º 157 “Gregoria Matorras de San Martín, más tarde como docente y finalmente como directora de la misma institución ocupando ese cargo por más de 30 años hasta su retiro de la docencia. Ella recuerda que cuando le peguntaron que va a hacer de después de su retiro la respuesta era “nada, si lo único que se hacer es enseñar” en un testimonio claro de su entrega incondicional.

Lo Único Que Se Es Enseñar: Confesó Martha Fonseca junto a su colega y compañero de vida Nilo Enriquez con quien compartió mucho más que solo el amor por la educación.

A los 17 años, ya Maestra Normal Nacional egresada del colegio Santa María de Posadas, inició una carrera que nunca se detuvo. Sesenta años frente al aula, formando a cientos y cientos de niños que, con el paso del tiempo, volverían a ella convertidos en padres, en profesionales, en vecinos agradecidos. Muchos aún conservan la primera letra bien trazada con la que ella insistía, la misma caligrafía con la que transmitió valores que no figuran en los programas escolares: respeto, constancia, amor por el conocimiento.

Para Martha, la escuela fue siempre más que un edificio. Fue su casa, su territorio emocional, el punto desde el cual protagonizó buena parte de la historia comunitaria. Como directora, cuidó cada rincón de la institución, consciente de que aquel viejo edificio —hoy Monumento Histórico Municipal— era también un símbolo de identidad colectiva.

Hoy, retirada de la actividad, aún recibe el afecto de quienes encuentran en ella una referencia irremplazable. “La Sra. Martha” es parte del habla cotidiana, un nombre que se menciona con respeto y cariño, símbolo de una época en la que la tiza, el pizarrón y el compromiso moldeaban futuros.

En el marco del centenario de la localidad, su reconocimiento formal trasciende el acto administrativo: se vuelve un gesto de memoria colectiva. Una manera de decirle gracias a la mujer que, durante seis décadas, trasmitió sabiduría.

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